Los colegas de The Register, a los que tantas pistas debe este blog, han encontrado una revelación sorprendente en la respuesta de Salesforce.com al requerimiento de información por parte de la comisión de valores de Estados Unidos. Tras recibir las cuentas del año fiscal 2014, cerrado el 31 de enero, la SEC pidió a la compañía una aclaración acerca del procedimiento contable aplicado a los ingresos por suscripciones a SalesCloud, una de sus aplicaciones más conocidas.
La respuesta ha sido rápida pero inquietante: «actualmente, no disponemos de un sistema financiero que nos permita cuantificar los ingresos específicos generados por las suscripciones a servicios cloud«. Para una empresa que el año pasado facturó 4.070 millones de dólares y, según su fundador y CEO Marc Benioff, espera cruzar la barrera de los 5.000 millones «un día de estos», la admisión es embarazosa.
Escribe Jessica Twentyman que llevada por la carrera de adquisiciones con las que la compañía ha impulsado sus negocios de «social enterprise» y «marketing cloud«, ha descuidado dotarse de herramientas analíticas, a diferencia de sus competidores. Se infiere que Salesforce.com tiene un problema en dos frentes a la vez: el de su oferta y el interno. En la era de big data, una empresa mundialmente célebre que no tiene cómo analizar los datos de sus propias ventas, está expuesta a preguntas incómodas.
Más que incómodas, inquietantes. Porque en el ejercicio 2014 la empresa perdió 232 millones de dólares después de perder 270 millones en 2013. Que el año 2014 acabe el 31 de enero de 2014 ya es echarle imaginación.
Ahora diré por qué me ha interesado esta revelación. La cuestión de cómo contabilizar los ingresos por venta de suscripciones es uno de los dilemas a los que se enfrenta la industria del software, volcada al software como servicio. Les pasa a casi todas las compañías del sector y, según tengo entendido, no hay una norma contable al respecto que sea universalmente aceptada sobre cómo registrar los ingresos de una licencia de vigencia plurianual. El precio de la licencia se contabiliza normalmente en la forma de un ingreso diferido, lo que significa que el dinero que está en el banco puede aparecer en libros como un pasivo.
A primera vista, parece una ventaja, pero también puede ser la fuente de ingeniería financiera, y esto explica que el regulador bursátil se preocupe por conocer el mecanismo concreto en cada caso. Más aún si – como es el caso de Salesforce.com – los 2.538 millones de ingresos diferidos en sus cuentas de 2014 – equivalen al 95% de los activos líquidos contabilizados al final de ese ejercicio. En 2010, eran el 34%, una proporción manejable, pero cuatro años después tienen algo de espejismo: para mantener la compañía en una elemental salud financiera, es imprescindible dar constantes vueltas a la manivela del crecimiento nominal. Para que no sea grave, Benioff tendrá que cumplir – orgánica e inorgánicamente – con la promesa de facturar 5.300 millones de dólares en el ejercicio 2015, es decir este año en el que estamos.